lunes, 28 de enero de 2013

Vidrio vs. plástico

Un día me levanto tarde, despreocupado de la hora porque no debía ir a ninguna parte. Todavía el sol alumbraba con calor aunque deberían faltar unas horas para el ocaso. Paso por el baño para despabilarme mientras pensaba en tomar unos mates para fumar unos cigarrillos tranquilo. Cuando llego al comedor encuentro a mi hermano con un vecino tomando una cerveza, conversando trivialidades. La idea de tomar unos mates desapareció como si nunca hubiera existido. Entonces me uno a ellos, impulsado por la empatía más natural.
Me llamó tanto la atención una particularidad que interrumpí lo que fuere que estuviesen hablando. Estaban tomando en copas de plástico, bajitas, sin cuello y con una capacidad no mayor a los doscientos centímetros cúbicos. Fue tal la impresión que no sólo lo pensé, sino que lo dije: “¿Qué hacen tomando en esas copas?”. Tenemos jarras de vidrio por todos lados, creo que diseñadas para tomar cerveza. Literalmente las encontramos en cualquier parte porque mi hermano no es un “amante” del orden y yo no soy su sirvienta, así van quedando en diferentes lugares esperando a ser útiles nuevamente. Que hubiera algunas sucias no es relevante porque en el aparador y en la pileta de la cocina se encontraban varias de ellas dispuestas a usarse. Realmente lo consideré una falta de sentido común alarmante.
“Es lo mismo”, responde mi hermano, mientras que mi vecino asiente con alguna indiferencia. Me tranquilizó asegurarme que sus neuronas no estaban severamente dañadas y se trataba de otra circunstancia por completo desinteresada. Entonces me relajo, tomo una jarra de vidrio con un diseño personalmente seleccionado y me refresco con una rubia a punto.
No sé si habrá sido por un acto de reflexión o la picardía de contrariar en una conversación. Pero la desilusión me invadió pocos segundos después cuando me dijo "es mejor el plástico que el vidrio". 
Estás completamente equivocado, le dije. No es una cuestión de nivel cultural tomar en recipientes vidriosos, es completamente funcional. El vidrio es unos de los materiales que mejor aíslan el calor. 
Por su absoluta obstinación me retó con una apuesta, insignificante por su valor económico pero altamente respetable en cuanto a lo emocional. Un atado de cigarrillos para el que tenga razón. 
Los primeros argumentos. ¿Por qué te parece que el envase de cerveza se comercialice en botellas de vidrio?, le dije. Porque es más rentable y puede reciclarse, me respondió. Bien, no puedo negarlo conociendo la psicología general de las empresas. Sin embargo, sin defender el argumento, se me ocurrió que podría ser más económico un envase de plástico. De todas maneras no era un argumento sólido y confiaba en las ciencias iban a apoyarme. 
La postura que sostiene mi hermano se basa fundamentalmente en que la transmisión de la temperatura tarda más tiempo en un contenedor plástico. Cuando uno se sirve un líquido frío en una copa de este estilo no se percibe el frío con las manos. En cambio en un contenedor de vidrio el frío aparece inmediatamente. No sé a qué pudiera deberse este fenómeno, pero al fin y al cabo estuvimos de acuerdo en que no íbamos a descubrir nada, sino que las propiedades ya se conocen. Sólo teníamos que averiguarlas.
Googleamos. Los factores más importantes, o por lo menos los que generalmente se tienen en cuenta cuando se trata de la aislación térmica son la conductividad y el espesor del material. Cuanto más grueso es el aislante, más efectivo será. La conductividad es una propiedad que depende de la composición molecular del material.
El coeficiente de conductividad del vidrio es de 0.6 - 1. Mientras que el coeficiente del polietileno, el material con el que probablemente se haya fabricado la copa, es de 0.42 - 0.51. Según estos valores, si los recipientes fueran iguales, el plástico es mejor aislante. Pero el chopp de vidrio tiene un espesor por lo menos del doble que la copa. 
Si no replanteo el problema voy a terminar perdiendo. Así que en vez de centrarme en las propiedades generales de los materiales voy a volver a los dos objetos. No es absolutamente arbitrario ya se la discusión se originó en ellos y no tenemos muchas más opciones que nuestros recipientes. La prueba final y determinante tiene que ser la experimentación. No creo poder convencerlo de otra manera que mostrándoselo a sus propios ojos, si es que tengo razón. Ya no estoy tan seguro...
Al fin llega la noche de la prueba final. Preparo las condiciones del laboratorio. Hago un par de pizzas y enfrío unas cuantas cervezas en la heladera. La noche era calurosa y soportábamos una alta humedad, una fuerte tormenta nos pasaba horizontalmente a nos muchos kilómetros hacia el norte. Se podía ver cómo descargaba los rayos con furia en vaya a saber qué pueblo desafortunado.
El ambiente que se había generado era más bien tenso, razón por la cual decidimos destapar una cerveza mientras crecían los bollos. Encontramos una película fantástica por el cable y nos repanchigamos en el sillón. Después de un par de cervezas y la cena servida estaba todo listo para iniciar la práctica. Nos pasamos a la mesa, nos servimos en los objetos de discusión y comimos distraídamente. En algún momento aparecen un par de amigos que servirían de testigos oculares en la operación. No tengo la certeza de la cantidad de veces que volvimos a servirnos antes de darnos cuenta de lo que estábamos haciendo. Pero en un momento a ambos nos quedaba prácticamente un trago a cada uno. Entonces le propongo que hagamos la prueba y terminemos con esto de una vez por todas. Hacemos partícipes a los recién llegados, comentándoles de qué se trataba el hecho. Medimos la temperatura del líquido con los labios. En la jarra de vidrio la cerveza estaba completamente fría, como recién servida; en cambio, en la copa de plástico parecía meada de elefante. Era tan alto el contraste y tan evidente mi triunfo que mi hermano desprestigió el resultado acatando a la igualdad de condiciones. Como no estaba prestando atención no sabía si había pasado el mismo tiempo desde que nos servimos, y la verdad, no podría afirmarlo tampoco. Para mi bien, el compañero que tenía sentado a mi izquierda afirma la superioridad del vidrio. Pero, arruinándolo todo, entra en consideración la opinión del muchacho sentado a la derecha de mi hermano; según quien, el vaso de metal con el que estaba tomando su aperitivo es el mejor recipiente térmico.

3 comentarios:

Emmanuel dijo...

¿Repanchigamos? ¿Que es eso?
Me gusto como esta narrado, pero yo le doy la razon a tu hermano. Que vos sientas el recipiente frio quiere decir que se esta produciendo un intercambio de temperatura entre el liquido frio del interior y el exterior caliente. Fijate que cuando un termo de metal esta pinchado (y se enfria el agua mas rapido) el exterior esta caliente. El vaso de metal es el peor (pero quien opinaba tenia tetas, lo que fortalece su argumento). Tomar cerveza en latitas es una pesima idea si no se la toma excesivamente rapido. Sospecho que otro motivo por el que se vende la cerveza en botellas de vidrio es la presion del gas. El vidrio y el aluminio al ser peores aislantes termicos se enfrian mas rapido cuando estan en la heladera (y el contenido tambien) pero mantienen menos el frio porque tambien se calientan mas rapido. Otra de las ventajas del plastico es el peso y la resistencia a caidas.

Santiago. dijo...

Repanchigarse o repantigarse sería algo así como sentatarse cómodamente desparramado. La leí en algunos cuentos de Bioy Casares. Todavía sigo creyendo que el vidrio es mejor, es una cuestión de fe. Pero sin duda que los mejores soldados son los plásticos. Ellos al final contarán las historias. Gracias por perder tu tiempo.

Emmanuel dijo...

Siempre un gusto con usted, casi no parece perderlo.