domingo, 30 de diciembre de 2007

Fin de año

Una vez más, el mundo se conmociona ante el término del almanaque. ¿Se podrán conseguir los del año que viene? Quién sabe. Pero este, y otros problemas no menos importantes son ocultados, obscuresidos y olvidados gracias a las fiestas. ¿Porqué se festeja el año nuevo?
"Los primeros hombres que utilizaron el calendario fueron los egipcios, tres mileños antes de cristo. Los sacerdotes egipcios registraban cuidadosamente el nivel de las aguas, que medían con los nilómetros. El momento de la siembra o de la cosecha dependían de ello, y tras años de observaciones descubrieron que cada 365 días el ciclo se repetía. Las crecidas anuales del Nilo, causadas por el monzón africano, inundaban los campos, cubriendo las arenas del desierto de limo fértil. Las ingentes cantidades de agua descargada en la meseta de Etiopía en primavera son llevadas por el Nilo Azul hacia el norte hasta desembocar en el Mediterráneo. Y esto año tras año. Las variaciones periódicas del caudal del Nilo eran el determinantes en la vida de Egipto y posibilitaron la existencia de esta deslumbrante civilización.
En Egipto se utilizaron varios calendarios: el lunar, el solar (civil) y, posiblemente, un tercer calendario lunar antiguo. Los sacerdotes astrónomos egipcios descubrieron que los calendarios lunares no era prácticos para predecir el inicio de las crecidas del Nilo, calcular las estaciones o contar amplios periodos de tiempo, y comparándolos con una medición referida al movimiento aparente del Sol y los astros, se prefirió utilizar el calendario solar para usos civiles, por primera vez en la historia.
El primer día del año se lo atribuyeron al orto helíaco de Sirio coincidía con el solsticio de verano y el comienzo de las inundaciones. Sirio refulgiendo fugazmente, antes del amanecer, precediendo la salida del Sol y el río desbordándose, devolviendo la vida a la tierra reseca, tenían que ser una manifestación de influencia divina, imposible de obviar en una civilización como la egipcia.
Los astrónomos egipcios sabían que el año duraba 365 días, pero no consideraron que duraba unas horas adicionales, que no completaban un día. Al no ser contadas estas horas, se acumularon y el calendario civil egipcio se desplazaba días hacia atrás con respecto del calendario astronómico, a este desplazamiento se le llama desfase de tiempo. Una consecuencia de ese desfase fue que las fiestas de una estación se celebraban en otra distinta, así las de verano se celebraban en invierno cada 730 años. Otra consecuencia era que la celebración del orto heliaco de Sirio ocurría un día diferente cada cuatro años.
En el año 238 adC se reunieron en Canopus, en el templo de los dioses Evergetas, los jefes de los sacerdotes-sabios, llamados hierográmatas "letrados sagrados" y otros líderes religiosos del antiguo Egipto para reformar el calendario.
El objetivo de esta reforma era encontrar la manera para que la fecha 1 Thot, coincidiera con el día del amanecer heliaco de Sirio, y que el planeta Venus, asociado a Isis, la diosa cuyo día se celebraba al principio del año civil, mantuviera su posición.
De acuerdo con sus investigaciones, concluyeron que un año duraba 365 días y 6 horas adicionales. La solución al desfase fue simple: cada cuatro años se añadiría un día más, después de los epagómenos, y ese cuarto año tendría 366 días."1
Con la utilzación de este calendario se generalizó la fiesta de los egipcios en casi todo el mundo, hasta en Hong Kong. Dado que el año nuevo denota un ciclo vital particular, el de la zona del Nilo, su festejo en el resto del mundo es sencillamente ilógico.
Es curiosa la similitud que guarda el astro, Sirio, con los fuegos artificiales actuales. ¿Será una gran casualidad que el inicio del año, deliberadamente adjudicado y forzado al orto de Sirio, se festeje mediante fuegos elevándose hacia el cielo, tal cual aquel astro? Es difícil relacionar directamente estos acontecimientos pero no es para nada una casualidad. El fuego, desde que fue dominado por el hombre, se utilizó, además de los usos prácticos, para celebrar las más distintas fiestas y homenajear a los más diversos dioses. Con el transcurso del tiempo fue perfeccionándose su dominio. Se encontraron sustancias capaces de exaltar y hasta cambiar su color. Unos mil años después que los egipcios comenzaran a utilizar el calendario, en china se descubre la pólvora, supuestamente por accidente; mas el origen no interesa, lo que sí importa es la utilidad que recibían esas chispas locas y, claro, lógicamente la utilizaron para espantar a los espíritus malos. Este descubrimiento fue trasladado por los árabes a Europa, donde se utilizó, además de los fines bélicos, con la misma razón que el fuego, en las fiestas, para inaugurarlas o conmemorar alguna ocasión u objeto especial.
Por lo tanto, festejar el año nuevo con fuegos artificiales, por más parecido que sea al astro más brillante que asciende por el horizonte, cada primero de enero, no tiene ninguna relación más que la propia fiesta.
Al fin, ¿para qué festejar el año nuevo? ¿Para celebrar la Vida? ¿Para pasar un buen rato? Cada cual, haga lo que quiera pero ni lo uno, ni lo otro justifican una fiesta de semejante tamaño. Una cena familiar, una salida con amigos se puede hacer en cualquier momento del año, si es que esto se pretende de la fiesta. Celebrar la Vida, agradecerle todos los beneficios que nos brinda cada año, no me parece muy coherente. ¿Acaso tiene otra alternativa? ¿Elige darnos lo que nos da? ¿Y si tuviera el poder de elegir? ¿Y si no quisiera sacrificarse tanto por la especie humana? ¿Qué le diríamos? "Está bien, moriremos de hambre si esa es su voluntad". No creo. La fuerza será, otra vez, la llave que ajuste la tuerca. De hecho, ¿no nos valemos de la fuerza para que la vida nos brinde sus servicios? Entonces, ¿cómo vamos a agradecer algo que tomamos por la fuerza? Mejor dicho, ¿cómo puede agradecerse con sinceridad? Y lo que es peor, lo que indica toda la hipocresía y la desnuda ante todo el mundo es lo siguiente: Con una fiesta que tiende a agasajar a los propios realizadores de la misma se pretende agradecer todos los beneficios o favores que nos brinda la Vida, ¡en una sola noche! Si debiéramos hacer algo ante la Vida, no puede ser otra cosa más que pedirle disculpas por lo menos tres veces por día, durante todo el año.
Teniendo en cuenta que las razones son muy vagas no nos queda más que celebrar el estreno de un nuevo almanaque.


1. Wikipedia; "calendario egipcio".

sábado, 8 de diciembre de 2007

¡Oh!, el Amor


Es difícil referirse a un tema tan patético sin pecar de tal. Sin embargo, me parece necesario hacerlo. Son varias las razones que me motivan; la principal, la que es lo suficientemente fuerte para superar los esfuerzos o sacrificios pertinentes a este escrito es el trastorno que provoca la contradicción entre la razón y el instinto (individuo vs. especie, según Schopenhauer). Los psicólogos me podrán decir que el hombre no tiene instintos, sino... No me importa. Mejor dicho, sí me interesa, pero no es cuestión de discutir la terminología, los orígenes o causas del fenómeno. Lo que me concierne, en este momento es lo que puedo ver y sentir; el comportamiento o la conducta. Me disculpo si estoy muy alejado de la realidad, conozco las limitaciones de mi ignorancia.
Aunque mal me pese, voy a tener que definir al amor. Es un "mecanismo" mediante el cual una persona cree que sabe qué persona es exactamente la que necesita para perdurar en el tiempo, más allá de su vida (tener un hijo), eugenésicamente, o sea, tendiendo a la perfección de la especie, en términos biológicos. No sólo te hace creerlo, saberlo, sino también sentirlo. Los síntomas del amor son descriptos en tantos lados que aburre. Mas, es poco común encontrar un análisis serio o, por lo menos, inteligente. La mayoría de las manifestaciones expresan el sentimiento metafóricamente. Lo cual no es absolutamente fútil; más bien, superfluo.
El primer autor que encontré, refiriéndose al tema, fue José Ingenieros. Además de introducir la Psicología al País, fue un filósofo respetable. Comenzó a escribir "Tratado del Amor" en las primeras décadas del siglo XX, pero nunca llegó a darle formato de libro; sólo quedaron apuntes y escritos relacionados, separados. Cuando muere, aún no había completado el libro. Sí lo hicieron sus hijos (creo, no recuerdo quién terminó con la tarea). El Tratado es un libro bastante completo. Comienza con la historia, quiénes fueron los primeros dioses a los que le adjudicaron el sentimiento, cómo fue evolucionando, de qué manera influyó sobre la sociedad y cómo la sociedad lo reprimió. Al fin explica qué significado tiene sicológicamente y trata de describirlo, clasificarlo y entenderlo (sobre todo). En general, es un libro interesante.
Luego de un tiempo, escuché un comentario sobre un estudio, que realizó una antropóloga, sobre el amor, en Estados Unidos. Me pareció interesante un sólo aspecto, utilizó tecnología que en Argentina se dedica únicamente a cosas importantes. Determinó qué parte del cerebro se estimula y en una forma muy vaga, qué endorfina genera la excitación y cuál otra la depresión (o como se llame el efecto). Esta señora, doña Heller, se entusiasmó con su investigación y decidió publicarlo. Luego me entero que otras publicaciones, de la misma autora, no tienen más diferencias que el título. Al último, el que pude adquirir un año después de haber escuchado el comentario, no le puso un nombre más patético que "¿Porqué amamos?". Es decepcionante. El estudio que hizo sobre un grupo de estudiantes universitarios está bien, pero el resto del libro es puro relleno. No creo exagerar con lo que digo, el último capítulo es una guía para olvidarse del ser amado. Además, para completar la crítica, nunca responde a la pregunta que aparece en la tapa.
Dos años más tarde, después de haber leído cuentos y novelas (aconsejables: "Una estación de amor" Quiroga H.; "Werther" Goeth), hallo un texto de Arturo Schopenhauer, un tanto interesante. Más que el texto en sí mismo, la seriedad y el respeto con que se aborda el tema es lo destacable. Este filósofo se basa en la voluntad, del individuo y de la especie. Las contrasta; la primera manifestada en el matrimonio arreglado y la segunda en la selección instintiva y apasionante.
Sobre las características del fenómeno, las de Ingenieros son las más completas. Ellas son:
1. La admiración: es el tono emotivo que acompaña al juicio favorable sobre un cónyuge posible. Es la medida del deseo, lo que más se admira, más se desea.
2. El deseo: es una afirmación volitiva que acompaña a la preferencia natural por el cónyuge admirado. El deseo de un ser admirado se acompaña de un tono afectivo susceptible de prolongarse hasta dar origen a la formación sentimiento amoroso.
3. La esperanza: es ya sentimiento de amor (los anteriores los considera precedentes). Cuando el deseo no puede ser satisfecho con la captura del ser admirado, el individuo procede a su conquista por seducción. La esperanza es proporcional a la admiración y el deseo, pues se piensa que mientras éstos son altos, vale la pena la espera.
4. El ideal: es una abstracción de los caracteres de perfección atribuidos al cónyuge más digno de ser admirado, deseado y esperado. El "ideal de amor" es una hipótesis individual, más o menos consciente, acerca de la mayor perfección eugenésica (relativo a la perfección de los individuos) complementaria. El amor tiende a confundir o aproximar la persona admirada con ese tipo de ideal.
5. La ilusión: es un error de juicio que hace atribuir al ser deseado los caracteres de perfección tipificados en el ideal del amador. Se fundamenta en que el ser humano es ilógico e irracional.
Esta tipificación de los elementos puede ser incompleta, irrelevante, etc. Sin embargo, no conozco otra mejor.
¿Para qué puede servir conocer estos detalles? Quizá para determinar cuándo comienza a influir sobre nuestro comportamiento. Es posible detenerlo antes que sea demasiado tarde. Porque el proceso de influencia es paulatino, continuo y creciente. Llega a niveles insoportables, violentos, cada vez más difícil de salvar. Tiene un efecto similar a las drogas, puesto que el organismo utiliza las mismas sustancias para modificar el comportamiento que aquellas. Por lo que una exposición desmedida ante este mecanismo genera una dependencia importante y una abstinencia no menos potente, en el caso de abandonar la fuente generadora del estímulo.
Podría servir, también, para no darle tanta importancia a la pareja. Si algo merece importancia, en este tema, es el hijo que puede surgir de una relación. El ser amado se nos presenta como una persona insustituible, en el apogeo del amor, cosa que no es cierta. Esa pareja insustituible puede ser cualquier otra. Estoy seguro pero no puedo comprobarlo, por lo menos, no sé cómo.
Con respecto a la las diferencias que pueden llegar a existir entre los sexos, es un tema que me supera ampliamente. En ningún lado noté alguna referencia. Lo hace Schopenhauer, pero creo que, erróneamente. Dice que el hombre puede enamorarse de cien mujeres, si las tuviera; en cambio la mujer no, porque la voluntad del amor es tener un hijo, y sólo puede tener uno por año. El amor es un mecanismo de selección, por lo que concentra la conciencia de la persona enamorada sobre su ser amado, dejando en la más absoluta indiferencia al resto. Es una cuestión que se prueba en ¿Por qué amamos? mediante el análisis químico dentro del cerebro (si mal no recuerdo). Por lo tanto, no le puedo dar la razón a Arturo.
En fin, el amor es una experiencia extraordinaria, que, siendo correspondido, no tiene comparación en razón del estado de satisfacción que genera. Pero el dolor que provoca una "mala jugada" puede llevar hasta el suicidio a cualquier persona. Por esto creo que es interesante y respetable su conocimiento.



sábado, 27 de octubre de 2007

Elecciones Presidenciales 2007

Una vez más, elecciones presidenciales, provinciales y municipales en la República Argentina. La continuidad democrática suma un nuevo período. El pueblo argentino es felizmente soberano. Sin embargo, Argentina no es rosa.


La característica fundamental de la democracia es la relativa soberanía del pueblo. Es relativa porque tiene ciertas limitaciones. Quizá se puedan clasificar en legales e ilegales. Las legales son: tener la edad mínima de 18 años; encontrarse a una distancia superior a los 500 km.; sufrir problemas físicos o de salud que imposibiliten el traslado de la persona hasta los comicios y votar en negro o impugnar el voto (puede que falte alguno). Las ilegales son: omitir la obligación ciudadana; votar a un partido político motivado económicamente (clientelismo); votar sin información; votar por presiones de cualquier clase; etc. Estas son limitaciones de índole individual o personal, depende de cada uno.


También tenemos limitaciones que no podemos controlar. Algunos ejemplos son: Los jefes de mesa no cuentan debidamente los votos; los jefes de mesa votan por personas que bien, no van a votar, o bien, están muertas; los políticos no están debidamente preparados para cumplir con sus funciones; las minorías no se respetan, no se representan, no importan; el Poder Ejecutivo es severamente burocrático, por lo que se desperdician recursos, se alargan los períodos de tiempo de cualquier actividad y como si fuera poco, no cumplen ni si quiera con lo que se proponen; la justicia no ampara a los pobres; los señores diputados y senadores, encargados de formalizar las normas que rigen la sociedad, duermen las más lujosas siestas (las cámaras de diputados y senadores tienen un moderno sistema tecnológico que nos permite saber quién y cuando se tira un rato para desligarse de su insoportable pereza con solo sentarse y girar una llave personalizada); nos obligan a respetar normas que son ilógicas; no se respetan las normas más razonables; nos mienten descaradamente, todos; la comunicación, que es un derecho imprescindible de la sociedad, la controlan unos pocos capitalistas; se condenan los sistemas dictatoriales, mientras que se respetan sus normas; entre otros.


De veintisiete millones de argentinos, habilitados para votar, es muy probable que no concurra ni la mitad al acto. De ésta mitad, supuestamente, el cuarenta por ciento votaría al oficialismo, o sea, 27/2= 13.5 millones; el 40% de 13.5 m. son 5.4 millones de argentinos que votan al oficialismo. Si la oposición no llega a obtener una diferencia menor al 10% con respecto al porcentaje que obtenga el oficialismo, éste se consagra triunfador, representando a un 15% de los 36 millones de argentinos. Si la mayoría representa el 15%, entonces ¿cuál es la minoría?.


De todas formas, el elegido, en función de su mandato, debe gobernar a los 36 millones de argentinos, independientemente de su postura política, religión y clase social. Pero al tomar decisiones, teóricamente, sigue el camino ideológico de su partido por lo que siempre van a existir personas en desacuerdo con las decisiones tomadas. Por esta razón se generan presiones sobre el comportamiento político. Presiones que suelen ser eficaces en varias circunstancias. Una de las más claras es la económica (conocida como coima). Desde el automovilista que le ofrece unos pesos al oficial para que no le cobre una eventual multa, hasta el accionista que arregla financiamientos de grandes cantidades de dinero (como por ejemplo 2.6 millones de los 9 totales que puede llegar a costar un complejo deportivo de alguna localidad de la Provincia de Buenos Aires con el nombre de un prócer venezolano). Otra presión, un poco más justa, es la popular; cientos de personas suelen unirse para hacer respetar sus derechos; a veces logran su objetivo, otras se conforman con una parte.


Se puede llegar a entender a la política como un sistema de presiones. En el poder legislativo es prácticamente legal, lo llaman lobby. La justicia no queda excenta de este análisis. La prueba más contundente es la transformación que sufrió hace un par de años la Corte Suprema de la Nación. Se redujo el número de participantes a 9 (si mal no recuerdo). De esta forma, el oficialismo tiene 4 jueces que lo representa, más el presidente de la corte, que de alguna forma es oficialista (no recuerdo bien el tema, el que quiera informarse puede preguntarle a Lanata), tiene la voluntad sobre las decisiones que tome. De todas formas es un ejemplo de las presiones que se ejercen sobre el sistema judicial. No estoy escribiendo para informar. Esto no es un diario. Es la manifestación de mi opinión.


En fin, puede resultar un poco fastidioso extender más este texto. Por lo que concluyo: no voto. No voy a resignarme. Voy a pensar un mejor sistema o alguna solución a este conjunto de inconvenientes. Y si no la encuentro, en el futuro, alguien lo hará; no puede ser que esto siga así.