lunes, 22 de diciembre de 2008

Albert Camus

" Es inútil negar absolutamente la razón. Tiene su orden en el cuál es eficaz. Ese orden es, precisamente, el de la experiencia humana. De ahí que queramos aclararlo todo. Si no podemos hacerlo, si lo absurdo nace en esa ocación, es, justamente, al encuentro de esta razón eficaz pero limitada y de lo irracional que renace siempre." De "El mito de Sísifo"; pág 50; Ed. Losada.

viernes, 19 de diciembre de 2008

Antología de J. P. Sartre

"Todo lo que existe nace sin razón, se prolonga por debilidad y muere por casualidad."

El hombre está condenado a ser libre. Condenado, porque no se ha creado a sí mismo, y sin embargo, por otro lado, libre, porque una vez arrojado al mundo es responsable de todo lo que hace. De "El existencialimo es un humanismo".

domingo, 29 de junio de 2008

Anexo I de "Oh! el Amor"

Un nuevo punto ilumina nuestra visión desde la "Dialéctica del Amo y el Esclavo" de Georg Wilhelm Friedrich Hegel.

El hombre es autoconsciencia. Es autoconsciente; consciente de su realidad y su dignidad humana, y en esto difiere esencialmente del animal, que no supera el nivel del simple sentimiento de sí. El hombre no puede ser "vuelto hacia sí mismo" sino por un Deseo: por el deseo de comer, por ejemplo. Es el Deseo (consciente) de un ser el que constituye este ser en tanto que Yo y lo revela en tanto que tal y lo impulsa a decir: "Yo...".
El Yo creado por la satisfacción activa de tal Deseo tendrá la misma naturaleza que las cosas sobre las cuales lleva ese Deseo. Ese Yo que se "nutre" de Deseos, será el mismo Deseo en su ser mismo; creado en y por la satisfacción de su Deseo. Y puesto que el Deseo se realiza en tanto que acción negadora de lo dado, el ser mismo de ese Yo será acción. El ser mismo de esa acción será devenir, y la forma universal de ese ser no será espacio, sino tiempo.
En su ser mismo ese Yo es devenir intencional, evolución querida, progreso consciente y voluntario. Él es el acto de trascender lo dado que le es dado y que es él mismo. Ese Yo es un individuo (humano), libre (frente a lo real dado) e histórico (con relación a sí mismo). Y es ese Yo y ese Yo solamente el que se revela a sí mismo y a los otros en tanto que Autoconsciencia.
Así, en la relación entre el hombre y la mujer, por ejemplo, el Deseo es humano si uno desea no el cuerpo del otro, sino el Deseo del otro, si quiere "poseer" o "asimilar" el Deseo tomado en tanto que Deseo, es decir, si quiere ser "deseado" o "amado", o más todavía: "reconocido" en su valor humano, es su realidad de individuo humano.



miércoles, 21 de mayo de 2008

Conocer el futuro

Tener cierta información sobre el futuro genera un comportamiento que me parece interesante destacar. Dos ejemplos clásicos me llevaron a interpretar una experiencia personal bajo este concepto. El primero de ellos es el rumor sobre el estado financiero de un banco: los clientes se enteran extraoficialmente que en poco tiempo declarará su quiebra, lo que los induce a retirar sus depósitos antes que sea demasiado tarde. Por esta razón el banco pierde su base monetaria y lo lleva, en efecto, a la quiebra. El segundo ejemplo viene también de la Economía. El Gobierno informa que se acerca una recesión, esto es una disminución de la actividad económica (disminución de ventas, de trabajo, aumento de stock, etc.). Los comerciantes con excesos en mercaderías, para prevenir la obsolescencia de la misma, disminuyen los precios, para así, aumentar sus ventas. Si este comportamiento es generalizado, aumenta tanto en nivel de ventas que se evita, de esta manera, la recesión declarada anteriormente.
Esto es, tener un dato sobre el futuro, creerlo como cierto, ya que puede o no serlo, y actuar en consecuencia. Actuar porque afecta inmediatamente, amenazando el bienestar. El sentido que toma el comportamiento es evidentemente negativo (rechaza la realidad, por lo que la transforma). Aceptarla es irracional. Pero ¿qué sucede cuando tenemos un dato que nos indica un final definitivo, la muerte, por ejemplo, en los próximos x días?. Además del carácter inevitable, tampoco conocemos la causa que lo provoque. La seguridad de que suceda es completa. Entonces ¿qué comportamiento se debe tomar? La tendencia natural ante estas circunstancias es indagar sobre las causas, en todas partes, en cualquier momento. ¿Qué utilidad tiene conocer la causa? De todas formas es innegable el final. El problema es la conciliación de esta verdad con el resto del conjunto, si es que conocemos otras verdades. Lo considero un problema porque la primera destruye a las segundas, pierden o dejan de tener todo tipo de valor. ¿Cómo resolverlo? Es una cuestión que está por verse.

sábado, 22 de marzo de 2008

Alivio

Immanuel Kant (1724-1804).

"Para Kant, la ilustración significa la emergencia de la humanidad de su inmadurez, lo cual será posible en la medida en que cada hombre tenga el corage de vivir recurriendo al empleo de la propia razón y no siguiendo las indicaciones de los otros. Nuestro filósofo considera que los mayores enemigos del progreso son las costumbres e instituciones sociales que no toleran ideas nuevas y que intentan mantener a la gente en la ignorancia a fin de ejercer un dominio sobre ella. Para que pueda tener lugar el proceso de ilustración es imprescindible, sugún Kant, que todo hombre individualmente desarrolle su capacidad de pensar por sí mismo y, a nivel social, que no se restrinja el pensamiento independiente y el debate público."

María Victoria Costa, y/o
María Graciela de Ortúzar



Cómo cambia el mundo...

domingo, 16 de marzo de 2008

Otra algarabía del sentir

¿De qué se trata esto?; ¿es una broma pesada? ¿Hacia dónde nos dirige el placer? ¿De qué nos salva el dolor? Si las decisiones más importantes son tan sencillas, ¿para qué complicar las insignificantes?

sábado, 1 de marzo de 2008

¡Milhouse, andar en bicicleta con los ojos cerrados está de moda!

Como al pobre Milhouse, la moda obsesiona a una gran cantidad de personas. ¿Qué es lo que les atrae de esa costumbre? Si consideramos la moda como una costumbre actual, de la mayoría, podríamos decir que el caracter más atrayente de la moda es la aceptación. Mientras más se persiga la moda, más fácil será ser aceptado por la mayoria. Y si la socialización es una necesidad, ¿estar a la moda también lo es?
Es posible satisfacer aquella necesidad si caer en la mediocridad, sin embargo no estamos a salvo. ¿Cómo puede una persona con capacidad auditiva normal, desconocer el tema musical del momento? Para omitir esta como otras tantas costumbres hace falta un aislamiento que puede llegar a ser insano.
La primera vez que me molestó una costumbre, que aparentaba ser "buena onda" fue hace diez años, aproximadamente, cuando con un amigo nos relacionamos en un grupo nuevo de gente, no eran más de 5. Tenían como hábito repetir antes y después de cada broma, palabra graciosa, y cualquier situación que pudiera generar una sonrisa, una palabra: Wah! Una especie de "cuac" después de un chiste malo, pero utilizada en exceso, tantas veces como se pudiera. Totalmente desagradable. Ese día lo aguanté un par de horas por respeto a mi amigo. No recuerdo habérmelos cruzado otra vez.
Hace unos días la cerveza con el conocido eslogan de "LO QUE IMPORTA ES LO DE ADENTRO", lanzó una pequeña publicidad con similares características. Por suerte tiene un final bastante noble: "sé tu mismo".
Ser uno mismo es una actitud más natural. Pero no hay que excederse tampoco con esto, ya que una super-originalidad podría llevarnos a una situación de difícil mantenimiento. Esforzarse por ser único es, quizá, tan malo como dedicarse a ser como los demás.
Una actitud coherente, me parece, es elegir sin preocuparse demasiado. Existen cosas más importantes que las apariencias para preocuparse y no son pocas.




domingo, 24 de febrero de 2008

Un buen libro


Hay quienes dicen que siempre es bueno leer (jeje), cualquier cosa, sin importar el contenido, la cantidad, etc. La verdad, me parece, que es bueno leer, pero no por esto creo que sea bueno leer cualquier cosa. La palabra bueno, no describe exactamente lo que se quiere decir. Cuando se dice, "siempre es bueno leer" se debe querer decir "la lectura proporciona utilidades", lo que está fuera de todo juicio moral, por ejemplo, leer una receta de cocina que bien puede encontrarse en una servilleta de papel. Pero, ¿no es bueno para el cocinero, leer una receta?. Claro. Todas las acciones que tiendan a mejorar nuestras habilidades, serán buenas; leer es una de ellas, leer lo que nos convenga.
No obstante, no sólo se lee para adquirir o elevar una virtud. También se lee por placer. Esta cualidad de la lectura limita otro tanto al objeto a considerar. Las limitaciones son señaladas por las preferencias, los gustos. Por lo tanto, quedan fuera, diría, unos cuantos libros de la consideración.
También suele leerse por entretenimiento, por la simple razón de pasar el tiempo. Esta cualidad debe ser una de las menos limitadas, pues, hasta un frasco de desodorante de ambiente proporciona lo necesario. Sin embargo, existen textos ilegibles para cada uno, por ejemplo, para el que escribe, la biblia (por dios!).
Otra cualidad interesante es la capacidad de generar emociones y sentimientos diversos sobre el lector. Esta pareciera más noble que la anterior, a la vez que difícil de encontrar. Este tipo de lectura puede apreciarse de vez en cuando, para descansar del primer tipo. Un pequeño obstáculo (perdón) es la capacidad de las personas para sentir lo que los libros tratan de transmitir. Por lo que a algunos les resulta más fácil alegrarse con un texto humorístico, y a otros con una novela romántica de feliz final.
Por fin, una cualidad que me motiva a leer nuevos autores, la deduzco de una frase que escuché hace bastante tiempo, de la cual, lamentablemente, no recuerdo el autor, o el diciente (término rati). Es la siguiente: Cualquier libro que haga pensar, es un buen libro. Con el riesgo de equivocarme, diré que fue Dolina.
Como conclusión, existe, no sólo un libro, sino tantos como uno no pueda llegar jamás a leer, que se puedan considerar como buenos. Aun así, no es bueno leer siempre.

sábado, 23 de febrero de 2008

Buscando conexión...

Pareciera que últimamente no estoy pensando en nada. Es cierto. No lo estoy haciendo. ¿Por qué? No estoy seguro.
En ciertas épocas del año, de cada año, tengo una especie de desorientación. Me pierdo en mí mismo. No sé para donde ir ni cómo. Suele pasar un largo período hasta que me encamino en alguna empresa, por más sencilla que sea, como leer un libro. Puede llegar a pasar un mes, dos o tres tal vez. El período más largo de inanición fue hace tres años ya. La causa recuerdo que fue estudiar el sistema político argentino. Fue un disparador que me inició en la gran controversia de lo que debería ser con lo que es. Pero lo que realmente me molestó, es lo que se dice que es. Me resultó tan indignante como las mentiras que tratan de inculcarnos desde la Iglesia. Tanto fue así que estuve a punto de anotarme en las listas de un partido comunista que encontré de paso. No llegué a comprometerme con éstos, porque entendí que los medios que utilizaban para cambiar la realidad eran los mismos o más detestables que los de los políticos de turno: crear un discurso lo más atractivo posible, atraer la mayor cantidad de gente y llegar al poder; una vez conseguido el objetivo la lógica era "a ver que pasa si". Lo peor es que piensan que con el sólo hecho de conseguir el poder, todo va a cambiar. Bien o mal, esa fue la impresión que me dieron en ese entonces.
Un partido político no era lo que me interesaba, pero todavía mis pensamientos circundaban la idea de cambiar el mundo. Había leído ¿Qué es la propiedad? de Proudhon, el cual, no creo que me haya influido, sentía que era el mismo tipo doscientos años más tarde. En este libro, sentí nombrar al sistema cooperativo, como una buena salida o solución a los problemas económicos sociales. Por casualidad, estaba cursando en Ciencias Económicas, y por causalidad cursé la tecnicatura en cooperativas que en la misma facultad están dictando.
Lamentablemente no fue más que otra desilusión. La teoría del sistema, junto con su filosofía, no son más que resultados de unos cuantos experimentos, de los que sólo algunos tienen resultado. Es un buen sistema sólo para la gente indicada. Donde aparecen los más ínfimos síntomas capitalistas, todo se viene abajo. Y cómo no van a aparecer en una sociedad como esta.
La última desilusión me generó otro lapso de inconsciencia. Divago permanentemente hasta encontrar un hilo que me lleve a alguna parte. Ese hilo lo venía siguiendo pero no le daba mucha importancia. Lo consideraba una especie de hobby. Hoy, no me imagino yendo a ninguna otra parte. En una palabra, mi hobby es pensar. Me voy a dedicar a hacerlo hasta que las condiciones físicas me lo permitan. Descubrí que es algo que debo hacer, y que, a la vez, no puedo dejar de hacerlo. Salvo en ciertas ocasiones, como ésta, que me invade un vacío temporal. Sé que lo voy a superar, porque me lo dice la experiencia. Todavía no sé cómo. No me quita el sueño. Al sueño lo tengo ocupado en otros menesteres.
Dicho sea de paso (o sea, que no tiene nada que ver con lo que venía contando), me gustaría volver a controlar los sueños como cuando tenía alrededor de 12 años. Al respecto leí un cuento en no-cuentos.com sobre una señora que hacía exactamente ésto, pero con un toque de exageración: tenía un control completo sobre sus sueños, tanto era así que dormía lo máximo posible para vivir su verdadera vida, la de sus sueños; tenía un marido y un par de hijos perfectos, así era feliz. Lo que descartó la calidad de locura de esta idea fue un descubrimiento seudo-científico. Una flor que crecer en cerca de la Cordillera de los Andes tiene este efecto sobre el sueño. Los indígenas de las zonas donde crecía esta planta dormían largas siestas debajo estos árboles para beneficiarse de sus dones. Lo que más me gustaba hacer era volar. Supermán era uno de mis ídolos y volar la cualidad que más anhelaba. Entonces, mientras soñaba, sólo tenía que pegar un salto y esforzarme para que mi cuerpo ascendiera; de esta manera recorría la ciudad dónde vivía, me trasladaba hacia los lugares que mejor recordaba, de mi casa al centro, de allí a la casa de mis abuelos, de vuelta volvía a casa. No sé cómo, pero sentía hasta el viento que me rozaba con la debida fuerza el rostro. Después de un tiempo no pude controlar más los sueños. Me tuve que conformar con recordarlos, con algo de suerte.
En fin, necesitaba escribir algo, perdón por hacerles perder el tiempo. De esta manera espero llegar a escribir, alguna vez, algo interesante.